18.ª Feria Internacional
del Libro de Venezuela

del 10 al 20 de noviembre

Reflexiones sobre el libro impreso, el libro digitalizado y el libro digital

El debate al cual nos convoca el título no se circunscribe al soporte utilizado para publicar un libro, mucho menos a la supuesta distancia irreconciliable entre el mundo de papel y el mundo digital. Realizar tal recorrido nos obliga de antemano a tomar posiciones como si se tratara de una cuestión de gustos o de un problema generacional.

En el mundo de papel y en el mundo digital subyacen posibilidades distintas de “ser en el mundo” que no son visibles desde la dicotomía “libro impreso vs. libro digitalizado”, zanjada inteligentemente por el presidente Maduro al reconocer abiertamente la “complementariedad” entre ambos. Esta dicotomía, en efecto, reduce el problema a una cuestión de soporte tecnológico, como si no hubiera algo más en juego que la decisión por la eficiencia y eficacia de los dispositivos. En cambio, cuando el problema se plantea desde las formas de “ser en el mundo”, la elección de uno sobre otro no implica gustos estéticos sino formas de experimentar la vida y comprender las relaciones (incluyendo las socioproductivas).

La eficiencia y eficacia son cuantificables y comparables. Los neoliberales se enfocarán en los cálculos de eficiencia económica y los progresistas insistirán en las variables sociales, traducidas generalmente en cuestiones de accesibilidad. En ninguna de los dos aproximaciones aparece la pregunta por las “cosmovisiones” que estas experiencias ponen en juego, esto es, los mundos que abren.

Lo cierto es que, al ubicarse en dos planos distintos de la existencia, mundo digital y mundo de papel son incomparables, a menos que se igualen a través de aquella operación de trasposición que supone la digitalización de un libro cual fotocopia virtual. La transposición es el mecanismo que permite visibilizar el problema en términos dicotómicos “impreso vs. digitalizado”, entendiendo ambos como alternativas de un mismo mundo: el libro. Afirmaremos, entonces, que el “libro impreso” es exactamente lo mismo que el “libro digitalizado”, pues este no se entiende sino como “fotocopia” del primero. Por esta razón, le asiste la razón al presidente cuando habla de su necesaria complementariedad.

Sin embargo, si el libro impreso y el libro digitalizado son lo mismo en términos del mundo que nos proponen y producen ¿Qué opción nos queda? Nos queda el libro digital. Un libro digital podría definirse como una maraña de conexiones multimediales y multisensoriales no preestablecida. Por tanto, el libro digital, incluso cuando es pensado como transposición o copia, no puede desvincularse del elemento tecnológico, pues este le transfiere su cualidad hipertextual.

La hipertextualidad modifica el estatuto narrativo del libro tradicional (impreso y digitalizado) y le confiere un carácter no-secuencial que además le posibilita la incorporación de imágenes, audio y vídeo. La potencia política de este despliegue hipertextual radica en su ruptura con la necesidad de clausura, en su
constante devenir transformador y su invitación a lo múltiple.

El libro digital, por tanto, no es UN libro, sino una experiencia de circulación y producción de conocimientos que borra aquellos rastros de unicidad textual, de autoreferencia del texto consigo mismo, al dispersar un texto en otros textos. El libro digital crea la posibilidad de recorrer infinitos caminos sin impedir la evaluación y valoración del camino recorrido. La noción de libro (impreso y digitalizado) es actualizada por el libro digital en el momento en que su contenido se encuentra en tensión permanente con múltiples centros que se interconectan gracias a la semiosis ilimitada que producen los textos.

El libro digital es radicalmente revolucionario al destituir la idea de “obra” y de “autor”, mientras posibilita con ello la práctica efectiva de un conocimiento libre, no propietario, en el que cada recorrido es único (cual lectura de Rayuela). Lo que conocemos como “autor” queda desprovisto de su autoridad, de su jerarquía, en el instante que el lector recurre a una estrategia particular para aproximarse a los contenidos; en ese sentido, hay una colaboración asincrónica que introduce un efecto de equivalencia entre la figura del lector y el escritor: ambos devienen productores.

Con la muerte del autor se abren las cerraduras que encierran al texto, en ese sentido, opera una forma de liberación que permite la emanación del texto, es
decir, el desprendimiento de sí mismo. El libro digital no compite con el libro impreso, ni con su fotocopia digitalizada, pues se trata de dos mundos y dos posibilidades distintas. El reto editorial y revolucionario de los próximos años se encuentra en conjugar el máximo de potencialidades de cada uno de esos mundos. Ello pasa por superar el falso dilema entre el libro digitalizado y el libro impreso.

Oscar Lloreda

Mario Sanoja Obediente

Caracas, 1934 – 2022

Doctor en Antropología por la Universidad Central de Venezuela, licenciado en Etnología por la Universidad de La Sorbona, París. Colaborador científico del Smithsonian Institution en 1967. Investigador y docente. Fue profesor de posgrado en varias universidades venezolanas. Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela. Miembro del Comité Redactor de la Historia Científica y Cultural de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).Fue profesor invitado de la Escuela Nacional de Antropología de México, de la Universidad Nacional de Costa Rica, de la Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia; de la Universidad de Copenhagen, Dinamarca, de la Universidad Autónoma de Barcelona. Conferencista Invitado en varias oportunidades por el gobierno de Rusia en diversas instituciones académicas y culturales de ese país. Mario Sanoja es considerado un teórico del Socialismo Bolivariano, proyecto que concibió unido irrestrictamente a la práctica revolucionaria.  Fue precursor de la arqueología marxista en Venezuela, y de la arqueología social Latinoamericana. Recibió la Orden José María Vargas, al Mérito Académico en primera y segunda clase; la Orden Nacional del Mérito al Trabajo en su primera clase.  Recibió en 2004 y 2006 el Premio Nacional de Cultura, Mención Humanidades. En 2018  le fue otorgado el Premio Nacional de Historia y en 2019 fue designado Cronista de la Ciudad de Caracas. Alcaldía de Caracas-Cámara Municipal del Municipio Libertador. Autor de más de 70 libros entre los que destacan: Historia Sociocultural de la Economía Venezolana (2011), Del Capitalismo al Socialismo del Siglo XXI- Perspectiva desde la Antropología Crítica (2012), El Alba de la Sociedad Venezolana (2013). En coautoría con Iraida Vargas Arenas escribió los libros: Hacia una teoría de la sociedad comunal (2019), La fragua del bravo pueblo (2018), La larga marcha hacia la sociedad comunal (2015), entre muchos otros.

Iraida Vargas Arenas

 (Maracay, estado Aragua, 1942)

Antropóloga por la Universidad Central de Venezuela, Magíster en Historia Contemporánea de Venezuela, Doctora en Historia  y Geografía Cum Laude por la Universidad Complutense de Madrid. Se ha desempeñado como docente en universidades de España, México, Costa Rica y Colombia. Es investigadora emérita por parte del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en nuestro país y colaboradora científica del Smithsonian Institution de Whashington DC. Desde 1967 ejerció la docencia y la investigación en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. Se ha desempeñado como investigadora en el área de Arqueología del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Académica y conferencista dedicada al estudio de las gestas emancipadoras en Latinoamérica y el Caribe con enfoque de género. Impulsora de las teorías feministas en contextos socio políticos progresistas. Su intenso trabajo intelectual ha significado un gran aporte a la historia revisitada de Venezuela.

Ha publicado libros y artículos científicos en revistas especializadas tanto nacionales como internacionales. Autora y coautora de numerosos libros, su trabajo investigativo ha sido reconocido con el Premio Municipal de Literatura, mención ensayo Manuel Díaz Rodríguez, 1974; la Orden al Mérito Académico Dr. José María Vargas de la UCV, 1ra. Clase, 1993; y el Premio Nacional de Cultura, mención Humanidades, 2008. Entre sus trabajos de investigación se encuentran Arqueología, ciencia y sociedad (1990); Historia, identidad y poder (1993); La historia como futuro (1999); Historia, mujer, mujeres: origen y desarrollo histórico de la exclusión social en Venezuela: el caso de los colectivos femeninos, (2006); y en coautoría con Mario Sanoja, ha publicado los libros: La larga marcha hacia la sociedad comunal (2015), Razones para una revolución (2007) y Del rentismo al socialismo comunal bolivariano (2019), entre muchos otros. Así mismo, más recientemente se han reeditado los títulos: El agua y el poder. Caracas y la formación del estado colonial caraqueño 1567-1700; Resistencia y participación. La saga del pueblo venezolano; Antiguas formaciones y modos de producción venezolanos; Los hombres de la yuca y el maíz y una primera edición de Venezuela en su camino hacia el socialismo bolivariano.

Carmen Clemente Travieso

(Caracas, 1900 – 1983)

Escritora, periodista, ensayista, investigadora, militante y activista por los derechos de la mujer. Precursora del feminismo en Venezuela. Hija de Lino Clemente y Mercedes Eugenia Travieso, era la bisnieta del prócer de nuestra independencia, Lino de Clemente. Fue ávida lectora desde muy pequeña, iniciándose en las letras al elaborar historias propias a partir de los cuentos que su abuela Trinidad Domínguez de Travieso le narraba. Labró una amistad entrañable con el poeta, humorista, político y abogado Andrés Eloy Blanco, que permaneció hasta la muerte del escritor. Primera mujer en obtener el título de reportera en la Universidad Central de Venezuela, iniciándose en este oficio en 1944 al ingresar al diario Últimas Noticias. Escribió para los impresos Hoy, El Nacional, El Universal, Ahora, Últimas Noticias y en las revistas Élite, Páginas y Estampas. Su primer artículo publicado el 31 de marzo de 1936 por el periódico Ahora, estuvo dedicado a la exhortación de las mujeres venezolanas en la defensa de sus derechos sociales, económicos y políticos.  También fue la primera mujer postulada por un partido político para ejercer un cargo de elección popular, siendo candidata del Partido Comunista de Venezuela a la Asamblea Nacional Constituyente de 1946, donde las mujeres votaban por primera vez.

Pionera en la actividad periodística venezolana y como militante de izquierda, luchó contra la férrea dictadura de Juan Vicente Gómez, en apoyo a la Generación del 28, convirtiéndose en un símbolo femenino de combate, que irrumpe en los albores del siglo XX.

Estuvo activa en la reproducción, distribución y redacción de periódicos como El Imparcial, La Boina y el diario El Martillo, órgano difusor del Partido Comunista del que forma parte, creando en 1930 su primera célula femenina junto a Margot García Maldonado y Josefina Juliac. Funda la Asociación Cultural Femenina, que proponía reformas al Código Civil a favor de derechos equitativos entre hombres y mujeres, y crea la Casa de la Obrera, donde se impartían clases y se debatían temas de interés mediante la participación popular con foros y conferencias. Entre 1936 y 1948 publicaba en su página Cultura de la mujer, artículos en el contexto del insipiente feminismo de la época, cuya óptica particular se decantaba por una lucha propia, evitando la competitividad con el hombre.

Publicó los títulos: Mujeres venezolanas y otros reportajes (1951), Teresa Carreño (1953), Las Esquinas de Caracas (1956), Mujeres de la Independencia (1965), Anécdotas y leyendas de la Vieja Caracas (1971) y La Mujer en el Pasado y en el Presente (1976). Gana el Premio otorgado por la Asociación Venezolana de Periodistas en 1948, obtiene el Diploma de Honor y Medalla al Mérito Avepista en 1966 y recibe la Medalla de pionera, conferida por el Colegio Nacional de Periodistas en 1981.